jueves, noviembre 27, 2008

REVIEW: QUANTUM OF SOLACE




James Bond vuelve. Y vuelve de una manera totalmente diferente a como estamos acostumbrados: su primera secuela real y su primera película puente hacia algo más grande cuyo nombre aún desconocemos.


Pero, ¿cómo es este Bond?


Entra a conocerlo en nuestra review.


Ya llevamos tiempo diciendo en este blog que al espía al servicio de su majestad creado por Ian Fleming le hacía falta un lavado de cara. El personaje tenía su sentido cuando fue creado en los años sesenta en una serie de novelas pulp que mostraban los tejemanejes de la Guerra Fría. Cuando fue adaptado al cine, los aspectos “fantásticos” que dotó su autor a su creación fueron exagerados cada vez más hasta que, aparte de crear un cliché, alcanzaron la autoparodia.


Por eso nos mostramos tan felices en nuestra review de hace un par de añitos con esa maravilla de película que es Casino Royale. La supuesta polémica con la elección del actor que se iba a meter en el esmoquin se disipó nada más los espectadores vieron su cara en la pantalla. Y es que si Sean Connery es el Bond clásico y Pierce Brosnan es el Bond arquetípico, Daniel Craig encarna al Bond del siglo XXI de la manera que se puede ser más fiel al personaje original. Este Bond se despeina, suda, sangra… y las maneras en las que lo hace no son las típicas por las que lo haríamos cualquiera, ya que esta nueva variación del espía es capaz de meterse de lleno en las situaciones más peliagudas que se pueden imaginar, dejando tras de sí un rastro amplio de cadáveres.


Para llevar esta película a buen puerto tras la maestría que Martin Campbell aportó al género (no olvidemos que ha dirigido dos actualizaciones de Bond, Goldeneye y Casino Royale), se contrató a Marc Foster, conocido por ser el director de Monster Ball y Buscando Nunca Jamás, ambas películas de un corte definitivamente más dramático que aventurero. El resultado tiene sus pros y sus contras. Foster dota a la película varias escenas de exploración y relación entere los personajes como pocas veces se han visto en las películas de Bond. La M de Judi Dench está más fantástica que nunca y uno espera que esté en el universo de 007 para siempre, así como también brillan las escenas que comparten Bond y su homólogo de la CIA Felix Leiter. Se nota que el director se desenvuelve bien con los personajes, pero también es muy capaz para la narrativa audiovisual cuando se trata de descripciones dramáticas que dotan de riqueza a la película. A la mente vienen esas secuencias de la ópera (quizás lo mejor de la película) o de Bond y Camille andando con traje de fiesta por el desierto mientras se nos intercalan unos planos de los pueblerinos esperando agua de un grifo.


Aún así, y que conste que creo que el director hace todo lo humanamente posible, Foster no parece el más adecuado en ciertas secuencias del film, y esas son de las más importantes a la hora de hacer una película sobre 007… No hablo de otras escenas que de las de acción. Mientras Campbell se muestra seguro y confiado en cada uno de los planos en los que aparece Bond dando estopa, Foster es más torpe y acelerado. Se comenta mucho que Bond se está “Bourne-izando” cada vez más hasta el límite de la copia descarada. No estoy de acuerdo, aunque sí que es cierto que la fiereza, la brutalidad y el desconcierto lo comparten las escenas moviditas de ambas películas, aunque en Bourne nunca he sido capaz no sólo de disfrutar la acción, si no de intentar no marearme. En esta nueva incursión de Bond, las escenas son de un corte más rápido que en Casino Royale, y con planos más cerrados, pero hay veces en las que funcionan muy bien (como en el adrenalínico prólogo a lomos del Aston Martin), pero en general son de una edición demasiado apresurada, como en la persecución de los tejados, que incluso termina con un enfrentamiento un poco menos “realista” de lo que estamos acostumbrados.


De hecho, ya que hablamos de realismo, es bastante curioso ver cómo el MI6 ha actualizado sus oficinas hasta el punto de contar con hologramas o una copia del Microsoft Surface en lugar de los portátiles de Sony que tenían en la película anterior. En Quantum of Solace, el límite entre la realidad y la fantasía fluctúa de un lado para el otro continuamente, pero eso hace también que se aleje un poco del tan nombrado Bourne hacia terrenos más “Bondescos”. De hecho, son muy de agradecer los constantes guiños a otras historias de la serie, algunos muy claros como a Goldfinger y su “curiosa” forma de matar, la arquitectura del hotel final muy parecida a la de El Hombre de la pistola de oro o la mención de la misteriosa agencia Quantum que tanto recuerda a SPECTRA.


Porque esta vez Bond pasará a contemplar algo que parece un cuadro más grande en la trama, tras los puntuales hechos de Casino Royale. Ya no se habla de un desgraciado malvado que financia con los terroristas para hacer trampas en la bolsa, si no que se empiezan a manifestar grandes acontecimientos que desgraciadamente sólo podremos ver en qué acaban en la siguiente película. Quantum of Solace, como indica su propio título, es la búsqueda de consuelo de un Bond que ha perdido a su primer gran amor. Pero no nos equivoquemos, no creo que busque despiadada venganza (aunque despiadado sea en sus métodos), si no el por qué de todo lo ocurrido, el seguir las pistas que Vesper le dejó para encontrar respuestas y quién es el que está detrás de todo y así honrar la memoria de su amada.


En cuanto a lo demás, hay que decir que el reparto está fantástico, con un Daniel Craig al que sólo le hace algo de sombra la actuación de Judi Dench cuando ambos comparten escena. Olga Kurylenko, Jeffrey Wright, Gemma Arterton, Giancarlo Giannini… todos hacen de comparsa de Bond fantásticamente, destacando el papel en la historia de Kurylenko, que tantos puntos en común tiene su personaje Camille con la propia historia de James Bond.


Quantum of Solace puede sufrir de ser la película puente entre la magnífica presentación del nuevo y definitivo Bond y la que será el broche de oro (o así lo espero) a esta magnífica actualización del universo creado por Fleming, pero su trama principal autoconclusiva y el buen saber de sus actores hacen que sea algo más que un mero entretenimiento palomitero.



3 comentarios:

Javier de Torre dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Javier de Torre dijo...

¿Y Fernando Guillén Cuervo? ¡¿Es que nadie se acuerda de Fernando Guillén Cuervo?! Riptor, voy a tener que dejar de leer en tu blog si no remarcas la importancia de este grandísimo actor, tan solo comparable en grandeza y profesionalidad con cualquiera de los Baldwin...

Unknown dijo...

¡Ostrás! Ahí va:
"
Y por supuesto está el magnífico Fernando Guillén Cuervo como villano Bond que ha marcado época en la historia de la saga, así como en el cine en particular."