Ya sé que últimamente todas las reviews de películas que se hacen en este humilde blog son siempre positivas, y que no dejo de compartir con vosotros lo que amo de estas películas. Sé que os hace falta una película mala para destriparla aquí mismo y mandar a la hoguera a aquellos que la hicieron. Pero con Casino Royale este no es el caso.
Han pasado 44 años desde que la primera aventura cinematográfica de nuestro agente secreto favorito fascinara al mundo entero, y en ninguna de sus anteriores entregas ha habido una polémica igual al nivel de este Casino Royale (bueno, menos quizás en la antigua Casino Royale, aunque no cuenta como entrega oficial…). Hace ya un año que se sabe la identidad del actor que sustituiría a nuestro amigo Pierce con el traje de esmoquin, el “mauro” Daniel Craig, y hasta el día de su estreno ha recibido críticas por todos los frentes: que si es rubio, que si tiene pinta de cavernícola, que si no tiene tanta clase como sus predecesores, … Señores, si tienen alguna duda del nuevo Bond, por favor, vayan a verlo.
El que ya fue Director de Goldeneye, Martin Campbell (también responsable de las del Zorro con Banderas), nos trae una nueva entrega que se distancia bastante de la última y más pirotécnica película de Bond, Muere Otro Día. En esta película hay clase, sí, mucha clase, sobretodo cuando la historia transcurre en el casino, pero desde la mismísima cabecera típica de Bond ya comienzan a destruir los tópicos (¡ni siquiera aparecen siluetas de mujeres desnudas, en serio!). Además, ya en el comienzo muestran ese nuevo lado “sucio” y descarnado de este nuevo Bond, con un magnífico prólogo en banco y negro muy saturado para explicar como nuestro protagonista se convierte en 007. También hay que decir que para potenciar este aspecto usan un grano muy exagerado en toda la película, y si bien hay veces en las que queda muy bien, hay otras ocasiones en las que está demasiado cargada.
Pero la cosa no se queda ahí en cuanto al cambio de imagen, ya que los demás elementos propios de la serie también desaparecen o por lo menos tienen un protagonismo sustancialmente menor, como los gadgets, Q, el malo que quiere conquistar el mundo, Moneypenny o las persecuciones de coches (pero somos testigos de cómo 007 consigue su Aston Martin en un escena que es ya un clásico). Eso sí, de lo que no han prescindido en esta entrega son las localizaciones exóticas de diversas partes del mundo y por supuesto, de las chicas Bond. De hecho, mientras que alguna de estas también exóticas mujeres son simples adornos (como es habitual en la serie), la protagonista, Vesper Lynd (interpretada por la bellísima Eva Green) tiene un papel pivotal en la película. Os habréis preguntado alguna vez si Bond sería capaz de enamorarse, así que id al cine a comprobarlo, que no puedo decir más.
Y es que la película es una reinvención misma de su propio personaje, al que por primera vez lo vamos a ver realmente como una persona y no un cliché, por lo que es capaz de sufrir, de odiar, de amar y de mucho más, y el espectador es capaz de identificarse realmente con él. Realmente el espectador se encuentra en este historía con la mismísima gestación de lo que es un agente 007. Si alguno de vosotros ha leído o sabe de la existencia de la línea Ultimate de la Marvel o ha visto Batman Begins sabrá a qué me refiero cuando la vea, porque esta película casi se podría denominar “Ultimate Bond” o “Bond Begins”. James Bond es en esta película un frío y bestial sicario que aún está definiendo su estilo (incluso el de vestir), y su evolución se ve claramente en el film.
En fin, que me ha encantado el nuevo Bond, que para mí es la mejor película de 007 que se ha hecho (junto a Goldeneye en mi opinión), que Daniel Craig no sólo viste a un convincente James Bond, sino que lo borda y desde luego hay que amarlo; y que de todas las películas que he visto de la serie (y de la historia) no he pasado un peor rato que en la escena de la tortura. Id a verla.