jueves, septiembre 23, 2010

VIDEOJUEGOS: DEMO DE BIOSHOCK INFINITE



Bioshock es uno de esos juegos que sin duda están resonando más en esta generación de videojuegos. Su mezcla de juego de acción en primera persona, rol y una ambientación y filosofía muy trabajadas consiguieron que el título alcanzara críticas excepcionales y unas ventas bastante jugosas. Tanto es así, que su secuela fue obligada, aunque el equipo de desarrollo original no se encargara de él, y por tanto, no alcanzara las cotas de calidad del primero según los consumidores.

Pero Irrational, los creadores del Bioshock original, le han dado una vuelta a su franquicia para ir desde la distópica ciudad submarina de Rapture hasta una Arcadia suspendida entre las nubes.

En el siguiente vídeo de demo de 10 minutos podremos echar el primer vistazo a cómo de grande ha sido ese cambio en la historia y jugabilidad. ¿Echaremos de menos a los famosos Big Daddies?


Lo cierto es que aunque jugué largo y tendido al título original y exceptuando al comienzo y la revelación del final, Bioshock me dejó algo frío. No sabría explicar exactamente el por qué, pero supongo que las mecánicas repetitivas y la poca variedad de escenarios jugaron algo en su contra. Esto no quiere decir que la ambientación no estuviera excepcionalmente recreada, con un nivel de detalle que ya lo quisieran para sí el 80% de las películas de género que se estrenan últimamente. Y si a esto le sumamos la integración de las corrientes objetivistas y los ecos de la ideología de Ayn Rand, nos sale una historia digna de contar, lo que deja a uno pensando qué pasará al final con la adaptación fílmica producida por Gore Verbinsky y dirigida por nuestro Fresnadillo.


Pero volviendo al Bioshock que nos ocupa, está claro que ha dejado una marca bastante clara en cuanto a creación de mundos creíbles ya no sólo en los shooters en primera persona, si no en los videojuegos en general, y esto lo demuestra la cantidad de títulos que han copiado algunos de sus aspectos jugables o narrativos. Por eso, los chicos de Irrational han querido tirar por la vía difícil y han preferido revolucionar su propia franquicia antes que hacer una secuela demasiado continuista. Bioshock Infinite parece una idea muy loca en principio, trasladando no sólo espacialmente la acción de una ciudad sumergida a una volante, sino también llevándola hacia atrás en el tiempo de la década de los 70 a la de principios del siglo XX. Los enemigos han cambiado, las herramientas también, y aunque parece que los plásmidos (poderes elementales implantados genéticamente) persisten, lo cierto es que ahora habrá que ver lo que hacen con la filosofía de los integrantes de la nueva ciudad... Si antes habían unas referencias claras a la guerra fría y al mcarthismo, lo cierto es que ahora no puedo imaginar por dónde irán los tiros.


Así, ya puestos en situación, entramos a analizar brevemente la mecánica de lo que parece que va a ser el juego final. En principio parece que las escenas scriptadas o dicho en cristiano, las acciones que siempre ocurren igual por estar escritas así, van a ser nuestro pan de cada día, y aunque no soy el mayor admirador de este sistema por eliminar de un plumazo la libertad y la sorpresa la segunda vez que se juega, hay que admitir que son espectaculares. Si el juego va a mantener este ritmo todas las horas que va a durar, estaremos sin duda ante una experiencia obligada para vivirla una vez. El siguiente vídeo no va a fastidiar a nadie que aún no sepa la historia de los dos primeros juegos, justamente por el cambio temporal que comentábamos antes, así que lo podéis ver sin miedo. Si por el contrario queréis saber más de Bioshock y no os apetece jugar a los juegos (cosa que comprendo pero que no recomiendo), tenéis un vídeo debajo con la historia resumida en 5 minutos.






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lunes, septiembre 13, 2010

REPASO VERANIEGO



¡Bienvenidos a todos de nuevo, PulpoManíacos! Imagino que muchos de vosotros ya empezabais a pensar que todo este tinglado se había venido abajo después de los dos largos meses que han pasado sin que el blog se actualizara, pero nada más lejos de la realidad. De momento no hay por qué sacar las hoces y las antorchas a la calle porque hemos vuelto y hay mucho trabajo por delante…


Y vaya si hay curro atrasado, que hemos pasado ni más ni menos que el verano entero sin una triste review que echarnos a la boca (o a los ojos), así que permitir a un servidor que para romper el silencio deje escrita unas palabras sobre la temporada cinematográfica estival.


El verano es siempre una época estupenda para disfrutar del cine sin pretensiones, y los grandes estudios lo saben, por lo que nos preparan sin falta una buena traca para que podamos huir del calor. Pero por otro lado, siempre ha sido uno de los momentos del año en el que se critican más las películas estrenadas, ya que según una gran proporción de la crítica es la época en la que los bodrios pueblan las multisalas. De hecho, estas personas que se posicionan contrarios al cine veraniego y por tanto, a favor del buen cine (siempre según ellos mismos), cada vez más proclaman a los cuatro vientos que la situación actual va de mal en peor y que cada año tiene peores estrenos que el anterior. Supongo que es cuestión de perspectiva y de los gustos de cada uno, ya que siempre me ha parecido bastante subjetivo (y aleatorio) el hecho de clasificar la calidad de las películas sólo por el periodo del año en el que se han lanzado. Cuestión que no quita que este 2010 pueda ser peor o mejor en conjunto en comparación con otros años.


Lo que está claro es que en verano prima el cine de espectáculo, el cine escapista y de palomitas, elementos ahora muy necesarios en un panorama en el que al cine justamente lo que le falta es la facilidad con la que entretenía antes a los espectadores que poco a poco prefieren mudarse a territorios más cómodos como son la TV y los videojuegos. Los estudios necesitan atraer de nuevo a la gente a las salas, pero los reclamos para llamar la atención del público potencial cada vez se van quedando más como lo que son: simples trucos que dejan de ser efectivos en el momento en el que los espectadores los han visto repetidos hasta la saciedad; como si un mago repitiera en todos sus espectáculos aquello de lo de cortar a su ayudante en dos.


Justamente, el mayor señuelo de este año ha sido el llamado “efecto 3-D”, que de comenzar como algo único y que podría revolucionar la narrativa y el aspecto visual del cine, ha pasado a ser un engañabobos más que sirve como excusa para aumentar en unos tres euros el precio de la admisión. Parece que este año, tras Avatar, se ha abierto la veda para ver quién es capaz de copiar el éxito de la cinta de Cameron y llevarse más tajada con sólo poner "3-D" en grandote en el cartel de la película. Muchos ya habréis comprobado de primera mano que lo peor que se puede hacer con las nuevas tecnologías es meterlas con calzador deprisa y corriendo para poder coger la ola y así disfrutar de un éxito asegurado por una moda imperante; y de esta forma nos la han metido doblada con películas como Furia de Titanes y Airbender, el último Guerrero. Pero es que incluso películas de gran calibre como Toy Story 3, producida por una de las compañías más importantes y queridas del sector por la calidad que destilan sus productos, parecían apuntarse al 3-D sólo para rascar hacer más caja en taquilla.

Y es que después del atracón de algo tan excesivo y caduco como es la actualmente película más taquillera de todos los tiempos, es normal que el año que la siga esté descompuesto, lo que significa que es difícil encontrar algo sólido entre tanto desperdicio… Poniendo símiles digestivos aparte, ha habido bastantes estrenos de renombre este año, películas que como mínimo aspiraban a ser grandes bombazos este año, aunque finalmente, la mayoría pasaran sin pena ni gloria por las salas. Es el caso de las grandes apuestas en cuanto a adaptaciones de cómic se refiere: Iron-Man 2 y Kick Ass. Dos películas que han venido con grandes campañas publicitarias y que al final han acabado siendo productos bastante normalitos que no aportaban nada al panorama actual. Como tampoco aportaban Alicia en el País de las Maravillas y Furia de Titanes, dos cintas bastantes mediocres en cuanto a contenido, pero que han gozado de un éxito considerable al arrastrar al público a que se pusiera las famosas gafas de plástico.


¿Cuáles son entonces los títulos que realmente han sobresalido desde que ha comenzado el verano? Pues ha habido éxitos de crítica y público que prácticamente estaban asegurados, como demuestran Origen y la ya mencionada Toy Story 3, quizás lo mejor que nos vaya a quedar este año en general, por mucho que sean “cintas veraniegas”. Habría que preguntarse cuáles han sido realmente las razones de que ambas películas hayan triunfado, aunque así, a botepronto es fácil señalar a sus respectivos autores y la calidad a las que nos tienen acostumbrados desde que comenzaron sus andaduras por el medio. Pero es que hay que señalarlo, hay que decirlo en voz alta porque parece que los cineastas parecen no haberlo captado aún: el gran triunfo de estas dos películas es que, por mucho que el público sea heterogéneo, impulsivo y manipulable, éstos no son tratados como si fueran estúpidos. Cristopher Nolan se la estaba jugando cuando decidió estrenar en la temporada de las películas de animación y efectos especiales un film de thriller-acción que no estaba basado en ninguna franquicia conocida. Es más, de hecho, ocultó muy bien el concepto y el argumento de la película para que la gente fuera a las salas sin saber exactamente de qué iba Origen, un dato que debemos tener en cuenta y agradecer, ya que hoy en día se sabe todo por adelantado por culpa de internet. Toy Story 3, por otro lado, se ha alejado del tópico de “si las segundas partes nunca fueron buenas, con las terceras vas aviado”, ya que desde Pixar han tratado con un cariño excepcional a sus personajes para contar algo que realmente aportara novedad a la trama y a los temas que ya hemos ido viendo en anteriores entregas de la trilogía. Todo lo contrario del caso Shrek 4, propiedad intelectual que Dreamworks ya sólo utiliza como sacacuartos sin vergüenza alguna.

También hay otras películas que merecen mención, aunque el público, por una u otras razones, no ha terminado de digerir. Splice es el primer título que me viene a la mente, sobre todo por aquello de difícil de digerir… Pero es que es una pena que películas que tienen cosas nuevas de contar y que resultan una apuesta arriesgada para su autor pasen por los cines un par de semanas y que el público no sepan ni que existan. Vincenzo Natali tuvo muchos bemoles para contar en Splice lo que cuenta y de la forma en la que lo cuenta, y desde luego, todo aquél que la ve no sale indiferente, pero sin el apoyo de la maquinaria de marketing que puede llegar a mover un estudio, lo demás es insuficiente. Si bien hay productos que se podrían estrenar en cualquier momento porque su éxito está asegurado, hay otras películas que necesitan realmente del soporte de las productoras y estudios para que se estrenen en el momento adecuado y con toda la publicidad posible para que no pasen desapercibidas.


Lo que no tiene ningún sentido es la serie de retrasos que ha habido en este país en materia de estrenos. Hacía tiempo que no se veía tan a menudo que las películas se retrasaran dos, tres, incluso cinco meses con respecto a la fecha de estreno americana. Que hayan empujado a Predators de comienzos de julio a finales de agosto es, como diría el propio depredador en la segunda parte, una cabronada, pero es que quedarnos sin esas películas de sincera serie B como son Piraña 3-D (aún sin fecha fijada) y Machete fuera del verano no tiene nombre. ¿Qué pretenden los estudios al marginar películas como éstas o Scott Pilgrim a meses en los que la gente no va tanto al cine? A lo mejor se me escapa algo, pero el mezclar películas de chicas en bikini y gore (por decir algo) con sesudos thrillers de otoño podría ser puro ingenio: una de dos, o nos viene estupendamente a los espectadores tener variedad entre la que elegir en este usualmente periodo baldío o es que no tienen ni pajolera idea de dónde ponerlas porque no las va a ver nadie. Supongo que ya se verá, pero el dato pone de manifiesto que hay películas que los estudios no saben hacer con ellas, y por lo tanto las dejan a su suerte. Y si uno no cree en el producto que está vendiendo, está claro que el consumidor tampoco…


¿Qué nos espera en el próximo y ya cercano otoño? Resident Evil Ultratumba acaba de irrumpir en las salas con todo su armamento 3-D, pero los siguientes meses van a tener poco más que las mencionadas películas veraniegas atrasadas, cosa que puede ser una ventaja como comentaba más arriba. Machete, Piraña 3-D, Gru mi villano favorito y Astroboy podrían hacer algo más amena la cuesta que queda hasta la navidad, el nuevo verano para muchos estudios. Y parece que este año va a ser Disney la que se lleve el gato al agua. Alicia de Burton ha sido una fuente de dinero que no se esperaban, pero Toy Story 3 se lleva la palma como película de animación más taquillera de todos los tiempos y actual poseedor del trono de este año. La que queda no es sino otra que Tron Legacy para terminar el año con un hattrick, cosa que parece bastante probable, ya que independientemente del valor de la película, tendrá un “3-D” gigante en el cartel, y eso, a día de hoy, es negocio seguro.

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