martes, agosto 11, 2009

REVIEW: G.I.JOE THE RISE OF COBRA




Por si no fuera poco para Hasbro con ponerse las botas gracias a la secuela de los Transformers, otra famosa marca de juguetes suyos da el salto a la gran pantalla, los famosos G.I.Joe.


¿Están estas antiguas glorias de los dibujos animados y figuras de acción listas para plantar cara a la temporada veraniega? Bueno, para conocer la respuesta sólo tenéis que leer la review que os he preparado. Pero antes de eso, también podéis disfrutar de una breve reseña histórica de la marca para conocerla mejor. Y es que saber esto, como decían en la serie, es la mitad de la batalla…


¿Hasta qué punto va a llegar Hollywood?, pensarán algunos. Y es que muchos ponen el grito en el cielo señalando con un dedo acusador que los americanos viven una crisis de ideas, lo que provoca que el 90% de sus películas modernas sean secuelas, adaptaciones, remakes y la nueva moda, los reboots (o re-arranques). Lo cierto es que la industria cinematográfica yanqui ha hecho esto desde sus mismísimos comienzos, lo cuál no tiene que ser malo en absoluto. Gracias a las películas basadas en otro material anterior, muchas personas son capaces de acercarse por primera vez a mundos que antes obviaba o desconocía, despertando su interés en nuevas historias y personajes, o simplemente redescubriéndolos y disfrutando de un nuevo punto de vista.


Este hábito, como ya sabéis muchos, se ha estado haciendo hasta la saciedad, y una de sus constantes metas es la de devolver al candelero franquicias que habían vivido tiempos mejores y que llenaron los bolsillos de más de una compañía o estudio. Una de las pioneras en descubrir que cualquiera de sus propiedades intelectuales ganaba en carisma cuando se le dotaba de una historia de fondo a sus productos fue la importante marca juguetera Hasbro, de la que muchas veces hemos hablado en este blog. De esta forma, tras comprar marcas a pequeños fabricantes de juguetes en Japón y los EE.UU., decidió darlas a conocer al público al que estaban destinados creando series de animación para la televisión. Así, se le daba un lavado de cara al producto y se creaba una mitología y unos personajes de fondo por los que los niños se pirrarían. Éste fue el caso de Transformers y G.I.Joe, cuyos ejemplos dieron lugar a una moda que otras compañías copiarían con todo el descaro con series como He-Man y My Little Pony.


Los últimos años de los 80 y principios de los 90 fueron un periodo fértil para esta relación simbiótica entre las figuras de acción y muñecas y sus respectivas producciones animadas. Pero como en todo, la fórmula acabó por quemarse, y con el punto álgido de franquicias de muñecos en los 90, llegó el momento en el que a los niños les acabó por saturar, amén de la entrada en el juego de un nuevo y letal contendiente: las videoconsolas. El público que Hasbro, Mattel, Playmates y demás compañías del negocio, se les iba para jugar como sus héroes en lugar de con ellos, y aunque seguían existiendo coleccionistas adultos que habían crecido con algunas de sus propiedades intelectuales, las ventas de juguetes fueron alarmantemente bajas.


Pero el siglo XXI ha devuelto la vida a estas empresas, que se han dado cuenta de que hay que buscar el negocio en otras partes, y que al igual que pasa con los superhéroes de cómics y dibujos animados, sólo hace falta adaptarlos un poco a los tiempos que corren para que vuelvan a ser atractivos de nuevo. De esta forma, y tras el espectacular éxito de Transformers, por fin tenemos en nuestras salas a los soldados de élite G.I.Joe. Al igual que con los robots del planeta Cybertron, existen miles de fans alrededor del globo que tienen un cariño enfermizo por los soldados articulados de Hasbro, lo cual tiene sentido, ya que ambas marcas tienen muchos puntos en común, como la gran cantidad de personajes (cada uno con unas propiedades y un aspecto determinados), la separación en dos bandos y su obligada serie paralela publicada en Marvel Comics. Si se le pregunta a cualquier admirador de los Joe, dirá que su dios encarnado es el escritor Larry Hama, autor del universo que todos llegaron a adorar. En principio Hama tenía pensada una nueva trama y personajes para introducir en la por entonces decadente serie de S.H.I.E.L.D. con Nick Furia (ese que ahora es Samuel L. Jackson en las pelis de la Marvel) y sus enemigos de la organización Hydra, pero tras la negativa de la Marvel, le ayudaron a que probara suerte con una serie que Hasbro quería lanzar para acompañar a su línea de figuras. El resultado os lo podéis imaginar… y de esta forma, Larry Hama entró en el firmamento de los autores de cómics más reconocidos de los EE.UU., haciéndose tan importante para los G.I.Joe que tiene un obligado cameo en la película.


Con esto, y perdón por la intro pero creo que era obligada para entender un poco más a los G.I.Joe, damos paso a la película que nos ocupa. Desde que Spielberg y Bay reventaran las taquillas con Transformers, todo el mundo ya tenía claro que la adaptación de los G.I.Joe iba a ser cuestión de tiempo. Pero ya desde el principio a un servidor le asaltaba la duda, ya que no podía imaginarme cómo iban a hacer una película bélica para niños, y mucho menos cómo pretendían venderla en el mundo entero después de la guerra de Irak y similares, temas que habían provocado el rechazo en la sociedad de la ideología militarista y patriótica de Bush. Por supuesto, enfocar el tema así no tenía ninguna salida, y desde Hasbro y Paramount no tenían ni idea de cómo llevar el proyecto hasta que contrataron a Stephen Sommers. Sommers es un director que desde sus comienzos demostró una pericia notable en el cine de aventuras, ya sea con las producciones de Disney como la película de acción real de El Libro de la Selva o con películas declaradamente de serie B como Deep Rising. Por supuesto, su gran salto llegó con La Momia en 1999, que tuvo tanto éxito que le puso las cosas difíciles al Episodio I de Star Wars y le garantizaron una secuela que él también dirigiría.


Al parecer, a partir de esa secuela, mucha gente se le echó al cuello a Sommers, y puedo comprender por qué, ya que la secuela no estaba tan acabada y no era tan compacta como su anterior entrega, y en muchos casos daba la sensación de que estaba improvisada. Pero aunque aprendió que las prisas no son buenas e hizo Van Helsing de otra manera, el daño ya estaba hecho, por lo que se convirtió en el objetivo de muchas iras en los comentarios de la red de esa raza que la puebla que son los fans o geeks agresivos. Sommers tiene un estilo muy desenfadado y a veces cartoon que provoca las situaciones más exageradas posibles en un film, cosa que muchas personas no pueden aguantar en una película de este corte. Y esto no deja de ser curioso, ya que en una época en la que los efectos especiales son capaces de hacer cualquier cosa, el público rechaza cualquier elemento que no sea realista.

En este sentido, G.I.Joe no es una película que rompa el molde creado por la visión de Sommers. Sigue siendo espectacular, con personajes arquetipazos y over the top, cogiendo una confianza con los efectos especiales que hace que el director ya no le tenga miedo a nada, aunque estos no sean perfectos. Y lo bueno de G.I.Joe es que esta manera de enfocar el film le va como anillo al dedo. Lo imposible es posible según Sommers, y así, en lugar de frenarse con ideas tan fantasiosas como una batalla de cazas submarinos o trajes aceleradores, las plasma tal y como un niño las soñaría. La secuencia de introducción de el Abismo (o Pit), que es como se conoce a la base de operaciones de los Joes, nos pone por delante todo lo que podríamos esperar de esta película: helicópteros de corte futurista, luchas submarinas, armas láser y muchos, muchos gadgets que hacen que el Call of Duty 4 pueda pasar a llamarse Prehistoric Warfare. De hecho, y esto es “culpa” del director, G.I.Joe es una especie de película de James Bond con esteroides, por lo que se acerca más a la fantasía que a una película bélica, lo que la acerca más a la serie de animación de los 80 y la hace más llamativa en una cartelera en la que el género fantástico suele ser representado por adaptaciones de libros sobre magos y elfos.


Así, los personajes, al igual que sus homónimos de la serie animada, tienen una personalidad muy definida para darle a cada uno una función, aunque claramente han tenido que reducir un poco el volumen de protagonistas para poder centrar la atención en unos pocos. Y si bien ahora no visten como una mezcla extraña entre los Village People y los marines coloniales de Aliens, el abanico de personajes sigue siendo simple pero atractivo, aunque no haya demasiado peso en ninguna de sus tramas. Como mucho, pueden destacarse los flashbacks de Duke y su unión a la historia de la Baronesa y sobretodo el pasado de Snake Eyes, que muestra su temprana enemistad con Storm Shadow cuando comenzaron a ser ninjas y que desde luego tiene chicha que deja con ganas de más.


Aparte de las historias de fondo, la película cuenta con un grupo de villanos excelentemente escogidos, y que a diferencia de su serie original, por primera vez los malos no se rodean de estúpidos e inútiles. Los soldados Neo-Viper son duros y amenazantes, la Baronesa y Storm Shadow son fríos y calculadores y son capaces de llevar a cabo una misión y Destro es un malo de la vieja tradición de 007 con la diferencia de que no es tan estúpido de revelar los planes a los buenos. De todos, el que más atención me llamó es el Doctor, con un papel no parece muy grande pero va ganando importancia en la historia, y cuya personalidad y apariencia es de las más llamativas del film, ya que es una especie de científico enfermizo de las SS o uno de esos investigadores que nos imaginamos que crean nuevos sabores para los yogures ahí encerrados en un laboratorio secreto.


En general, la trama avanza a buen ritmo y no deja un respiro para ir al baño (así que recordad, no compréis mucha bebida), y la historia es ligera pero compacta, al contrario de lo que pasaba en Transformers La Venganza de los Caídos, por lo que hay menos agujeros de guión, menos subtramas y es menos mareante. Por ello, la falta de demasiada profundidad o sorpresas (que haberlas haylas pero son algo predecibles) es compensada por un cambio constante de escenario y unas escenas de acción estupendamente medidas. De hecho, estamos ante la que puede ser la película de 2009 con una acción mejor coreografiada hasta la fecha. Transformers 2 es demasiado apabullante y Star Trek a veces es demasiado sobria, por lo que en la opinión del que suscribe, G.I.Joe coge lo mejor de ambos mundos. Por lo menos, el transcurso de la acción no es interrumpida continuamente con chistes o con tramas de personajes menos importantes. Y eso no significa que no tenga sentido del humor, que lo tiene, pero queda en un segundo plano, sobretodo cuando la mitad de los chistes son obviedades que tampoco aportan nada a la escena. Los que tengáis miedo de que Marlon Wayans sea una especie de payaso que entorpece la historia con sus excentricidades propias de un secundario cómico, pueden estar tranquilos; el tipo de Scary Movie no se sobrepasa nada en su papel, e incluso es capaz de patear muchos traseros.


Una de las mayores pegas que tengo con el film no es precisamente el humor, ni lo simplón de los personajes y la historia, y mucho menos los imperfectos pero notables efectos especiales. Una vez más, mi queja va hacia el compositor de la banda sonora, en este caso el maestro Alan Silvestri, que ya labró una relación de trabajo con Stephen Sommers desde que tomó la batuta de manos del malogrado Jerry Goldsmith en la secuela de La Momia. Después de lo potentes e icónicas que resultaron ser los temas sinfónicos de Van Helsing y Beowulf, en G.I.Joe resulta poco menos que decepcionante, ya que la música no brilla en ningún momento del film. Puedo entender el por qué, y es que la banda sonora de la película se compone en este caso de sonidos de explosiones y disparos de plasma, pero eso no significa que no me hubiera gustado algún tema más rotundo para los Joe, Cobra y compañía. Y justamente acabo de comentar mi segunda queja con el film: la falta de momentos calmados, introspectivos, en los que aparte de brillar la música, lo hagan los sentimientos de los personajes. Apenas hay uno de estos momentos en el film, ya que este siempre avanza con un ritmo implacable, y cuando los hay, aunque suelen estar bien construidos, carecen de la fuerza suficiente como para hacer de ellos algo memorable. Personalmente destacaría el final de la última batalla entre Snake Eyes y Storm Shadow, quizás uno de los momentos más emotivos aunque curiosamente no son los protagonistas de la historia. La música y la realización encuentran uno de sus mejores momentos justo en esa escena.


Con todo, puedo decir sin temor a avergonzarme que he disfrutado enormemente la película. El hecho de que se tome en serio sólo lo justo y que la historia y la dirección pongan en pantalla los sueños más salvajes de un niño de 10 años hacen de G.I.Joe una película cargada de diversión. Porque al final, aunque haya personas que defiendan que el cine está llegando a su fin al convertirse todas las event movies en desenfadadas atracciones de feria y montañas rusas, lo que importa es que al meternos en una sala no sólo nos sintamos entretenidos, si no con una profunda sensación de diversión. Todo depende de qué es lo que busquemos en una película.







3 comentarios:

Kike dijo...

Pues yo he salido muy, muy, muy decepcionado.

La peli, lo que es la peli, me importaba un cagao. Pero quería ver a mis amados supervillanos en todo su esplendor "vintage"...

¡EL COMANDANTE COBRA NO SALE NI UN MINUTO DE RELOJ! ¡Y CUANDO SALE, QUEDA COMO UN IMBÉCIL!

La Baronesa resulta que se hace buena (!!), Destro es un afeminado, se cargan MARS hasta los cimientos, triunfa el único malo que da asco, no nace COBRA... ¡Y matan a Storm Shadow!

Mal, Stephen Sommers, MAL. Pues ya no voy a la secuala. Chínchate.

Kike dijo...

Y que quede patente que aquí nadie dice nada de fidelidad con el original.

Unknown dijo...

Es bastante lógico lo que dices, pero es normal que personajes como Destro y Comandante Cobra en el sentido estricto de la palabra sólo salgan al final, ya que es una película sobre el nacimiento de Cobra.

Por cierto, esto último yo considero que ocurre en el momento en el que el Comandante toma el poder.

Lo de los personajes que prevalecen al final o no (por cierto, estaría bien que avisaras de SPOILERS...), van a aparecer en una posible secuela sí o sí, que ya hemos visto muchas pelis de Bond como para saber cuando un villano muere de verdad o no.

Lo del punto de unión de la Baronesa con Duke y demás es de lo que me parece más forzado en la peli, pero puede dar juego. Como dicen al final (y aquí va otro SPOILER), la Baronesa sigue teniendo Nanomytes en el organismo y pueden seguir usándola; quizás, hasta estaba preparado para sacar al amigo Cobra de su prisión. (Fin de SPOILER)

En fin, que hay bastantes tramas abiertas como para dar lugar a una secuela que siga dándole cosas que hacer a los personajes. A mí desde luego me parece cojonudo como lo dejan más o menos cerrado y preparadito al final. Sobretodo con Zartan.