lunes, enero 19, 2009

ESPECIAL: INVASIÓN ALIENÍGENA 4




Y aquí seguimos con nuestro cuarto especial sobre las invasiones alienígenas (lo prometido es deuda), que como anunciamos en la primera parte, servirá como recordatorio de algunas de las películas más notables del género coincidiendo con el reciente estreno de la nueva adaptación de Ultimátum a la Tierra.


Esta vez, la invasión por parte de los extraterrestres será tan importante como las anteriores, pero a diferencia de las demás, esta vez no asistimos a ella en todo su esplendor. En lugar de ello, experimentaremos de primera mano el terror que vive una humilde familia mientras que el mundo se viene abajo…


Especial Invasión Alienígena 4: Señales


El planeta origen

Manoj Nelliattu Shyamalan nació hace 38 años en la India, pero pronto se trasladó de nuevo con su familia a Filadelfia, donde habían estado viviendo sus padres desde los años 60. Desde pequeño se crió con las películas que destacaron a finales de los 70 y principios de los 80, etapa famosa por ser una nueva época de oro para el cine de fantasía y aventuras, además de dar a conocer a muchos de los enfants terribles de Hollywood que cambiarían la industria: Francis Ford Coppola, George Lucas, Steven Spielberg…


Ya decidió siendo muy joven, que su futuro estaba en ser cineasta, por lo que los padres le regalaron una cámara de Super 8 con la que hizo montones de cortometrajes amateur. Más tarde, ingresaría en la universidad de Nueva York, en la que incluso antes de terminar la carrera, realizaría su primera película, Praying with Anger. Pero no se conocería mundialmente el nombre de M. Night Shyamalan hasta que estrenó la que se considera su obra de más éxito y que cambiaría la forma en la que los estudios trataban las películas de terror en la última década, El Sexto Sentido.


Tras ser nominado al Oscar como director y como guionista por esta película, Shyamalan siguió haciendo películas con un tono parecido a la que le dio la fama, aunque siempre derrochando una imaginación como contador de historias que se alejaba de la sensibilidad que se procesaba en la mayoría de las producciones de Hollywood. Así, tras su actualización de los relatos de fantasmas y su vuelta de tuerca sobre las películas de superhéroes antes incluso de que se pusieran de moda (hablo de la infravalorada El Protegido), decidió que su tercera película iba a volver al terror, eso sí, con el sabor de la mejor ciencia-ficción.


Documentos fílmicos

Señales es una de esas películas que se empiezan a comercializar dejando un sentimiento de anticipación enorme en el espectador. No sólo es una película más del enigmático Shyamalan, al que se le adjudicó de una forma un poco despectiva el título de “rey de los finales sorpresa”, si no que también llamaban mucho la atención los misteriosos carteles en los que se contemplaban las famosas señales en el campo de maíz. ¿De qué iría esta vez la nueva película del director de origen indio? Por todos es conocida la famosa iconología de estos extraños mensajes dejados sobre los maizales y otras grandes extensiones de terrenos, y siempre se le han atribuido directamente a los extraterrestres, aunque la historia siempre ha apuntado a que no se trataban más que farsas. Por ello, Shyamalan era capaz de sorprendernos por cualquier lado, aunque finalmente lo más obvio era lo menos equivocado…





Pero eso no quitaba mérito a la película, un relato que mezcla el mejor tono de las antiguas series televisivas de ciencia-ficción, con un toque Hitchcock que tanto adora el director y sumado a una progresión de la historia puramente “lovecraftniana” que pocas veces se había visto antes en el cine. La mezcla conforma una de las mejores películas de terror que se han hecho en los últimos años, ya que su autor domina como pocos la sensación de asfixia y tensión en el medio fílmico, además de que los actores hacen tan creíbles a sus personajes que en todo momento sentimos simpatía y temor hacia ellos.


Y es que los actores son los que, junto con la visión del director, ayudan a que los espectadores sean una parte más de la historia, ya que al ver a través de los ojos de los personajes, uno no hace más que sentir en carnes propias las vivencias que éstos tienen que pasar. Shyamalan sabe hacer de una historia a priori tan poco realista como puede ser una invasión extraterrestre en los tiempos modernos, algo tan creíble que hay momentos en los que se puede perder completamente el contacto con la realidad. El mejor ejemplo lo vemos cuando el cariñoso pero simple personaje interpretado por Joaquin Phoenix es testigo (junto con millones de espectadores en todo el planeta) de la primera imagen televisada de uno de los invasores. El metalenguaje (ese vídeo dentro de vídeo) está tan bien conseguido que por un momento creemos que estamos viendo “eso” en la televisión de nuestra casa en lugar de estar presenciando una película, con la desmesurada sensación de terror puro que uno siente antes de ser consciente de ello.






Porque la historia, aunque simple, está orquestada de forma sublime para que nos zambullamos en la trama sin saber absolutamente nada de lo que está pasando en un principio y que al final unamos todas las piezas del relato dando sentido a la totalidad de la película, de forma que el espectador, lejos de sentirse estúpido, es capaz de reconstruir los eventos presenciados tras asistir al revelador tercer acto. De hecho, una vez vista, es más que aconsejable verla una segunda vez para ver lo bien que se atan los cabos al final. Final, por cierto, que ha sido muy criticado por cierto sector al tachar de estúpida la debilidad de los extraterrestres. Pero es que el título al que hace referencia la película no nos habla precisamente de los rastros alienígenas en el campo, si no que todo está ahí por un motivo, y que hay que tener fe para verlo.


Anatomía del Invasor

A diferencia de la mayoría de los extraterrestres que vienen a conquistar nuestro planeta “a lo grande”, los alienígenas de Señales son mucho más sigilosos en ese aspecto, y es que no sabemos que han venido a la Tierra hasta que los tenemos literalmente encima. Además, ya llevaban un tiempo visitando y analizando nuestro planeta antes de pasar a la acción, aunque realmente no se sabe si ese tiempo de análisis pasaba de unos pocos días o de si habían estado por aquí desde hace años.




Un personaje de la película (militar, como no podía ser de otra forma), comenta que la forma de actuar esos misteriosos visitantes es la típica conocida como tanteo, que se lleva a cabo antes de una invasión. Pero lo que no sabía nadie es que no venían exactamente a destruir nuestro planeta y ni siquiera a robárnoslo; no les interesaba. En lugar de eso, pretendían llevar una misión de recogida de “víveres”, nosotros los humanos, que resultaba bastante arriesgada, sobre todo tras conocer su gran debilidad: el agua. Sólo unos invasores bastante desesperados serían capaces de aterrizar en un planeta cuyas dos terceras partes están cubiertas por agua, aunque esto explica la brevedad de su estancia y su uso del desconcierto entre los humanos.


Su aspecto se identifica claramente con los típicos hombres grises o verdes que tan de moda se pusieron a partir de los 70 tras los acontecimientos de Roswell, aunque su fisonomía tiene particularidades bastante curiosas aparte de la terrible alergia al líquido elemento. A parte de ser algo más altos que una persona media, son bastante antropomórficos, con dos extremidades motoras y dos brazos, aunque cuentan con menos dedos que el ser humano y andan con los tobillos en alto. En la muñeca poseen una especie de tubo retráctil del que puede expulsar un gas venenoso para el hombre, y además tienen una piel escamosa capaz de mimetizar de forma bastante fiel el entorno en el que se sitúa, lo que los hace difíciles de detectar.


Debido a que no piensan destruir o matar nada de este planeta, vienen sin ningún tipo de armamento, ya que no desean comenzar una guerra que acabe con explosiones nucleares que ciertamente “estropearían” su cosecha. Así, sus vehículos no parecen portar arma o mecanismo alguno exceptuando el dispositivo de ocultación que les permite entrar de incógnito en cualquiera de las ciudades del planeta sin ser detectados.


El final de la amenaza

La humanidad no descubre, hasta que ya es demasiado tarde y los alienígenas ya han logrado su objetivo, el punto débil de los misteriosos visitantes. Pero los extraterrestres no vinieron para quedarse, así que, lejos de ser derrotados, deciden recoger sus “petates” y perderse de nuevo en la inmensidad del espacio, seguramente, para visitar otros mundos donde también pueden abastecerse.

Pero la historia de la película no nos cuenta la victoria de ninguno de los dos bandos, si no de la supervivencia de una familia en concreto, y no sólo me refiero a su integridad física, ya que más bien es su unidad familiar la que se salva gracias a los lazos que tienen que volver a establecer para ser más fuertes que nunca. Sobretodo después de que el padre de familia, que era el principal desestabilizador del grupo familiar tras la trágica muerte de la esposa, vuelva a recuperar la fe en que las cosas suceden por una razón.



1 comentario:

silentlau dijo...

Bravo!!!
Dios, hacía tiempo que no la veía, y me has hecho recordar momentos tan sobrecogedores: lo del tubo de la muñeca, las apariciones por el campo de maíz... O uno de los pocos momentos en los que se me han encogido el corazón en el cine: la retransmisión de aquella aparición durante un cumpleaños (creo que en Brasil).
Bextial!!!