En la tercera parte de nuestro especial, volvemos con una invasión diferente a las anteriores. De hecho, se podría decir que se trata de una “invasión pacífica”, también conocida como inmigración. Aunque esto no significa que a veces no haya problemas, así que estaría bien que alguien se ocupase de la escoria de la galaxia, ¿no?…
Especial Invasión Alienígena 3: Los Hombres de Negro
El planeta origen
Los hombres de negro son desde hace décadas, un tópico creado por los norteamericanos y que está relacionado con las autoridades que intentan encubrir sucesos extraños. Desde acontecimientos paranormales hasta visitas extraterrestres; cualquier cosa que sea capaz de alterar al tranquilo orden público, parece que siempre es transformado en estúpidas leyendas urbanas o habladurías de chalados.
El autor Lowell Cunningham se aferró a esta imagen colectiva para crear su cómic Men in Black, en la que precisamente, los protagonistas eran agentes de una organización secreta que se dedicaba a monitorizar (y suprimir) toda actividad extraña en nuestro planeta para que así sus habitantes pudieran dormir tranquilos.
La idea de Cunningham estaba tan bien llevada que ya en 1992 (dos años después de que creara el cómic), los productores Walter F. Parkes y Laurie MacDonald decidieron hacerse con los derechos y contrataron a Ed Solomon para escribir un guión lo más fiel posible a la historia.
Documentos fílmicos
Una vez Solomon escribió el guión para la película, se buscó al director idóneo para rodarla, que en este caso fue Barry Sonnenfeld, famoso por las películas de La Familia Addams. El tono grotesco y cómico al mismo tiempo de estas películas fue lo que más llamó la atención de los productores para contratar al director, por lo que aunque Sonnenfeld estaba ocupado rodando Get Shorty, le esperaron para comenzar la producción del film. También se sumó al proyecto Steven Spielberg como productor ejecutivo, y sus decisiones, junto con las de Sonnenfeld, fueron las que dieron forma a la película final.
Men in Black nos narra la historia de cómo una agencia súper secreta por encima del propio gobierno, estableció la tierra como una “zona neutral” para los alienígenas refugiados tras un primer contacto en Roswell. Así, ellos supervisan la entrada y salida de los nuevos “ciudadanos” sin que los terrestres sepan nada de ello. Sus agentes deben ser también desconocidos para el resto del mundo, por lo que se les niega de toda identidad (incluidas las huellas dactilares) y de todo contacto con personas que no sean de la propia agencia, y se les proporciona un aparato capaz de borrar la memoria a aquellos contra los que se utiliza.
La película nos introduce al personaje de James Edwards (interpretado por el carismático Will Smith), un policía de Nueva York que lleva una vida normal y corriente y que es especialmente bueno a la hora de cazar maleantes. Un día se topará con un criminal bastante diferente del resto, que entre otras cosas es capaz de trepar por las paredes y dar saltos de unos cinco metros. El encuentro le cambiará la vida completamente, porque el incidente llamará la atención de los MiB, que tras quedar impresionados por las habilidades de Edwards a la hora de atrapar al criminal, deciden ingresarlo en la organización como el agente J. Así, la trama de la película gira en torno a un alien al que se refieren como “el bicho” que entra ilegalmente en nuestro planeta para robar un valioso objeto que posee una raza importantísima para la galaxia y así producir una guerra. Montones de extraterrestres se verán envueltos en la trama galáctica, algunos como piezas esenciales de ellas y otros que simplemente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, como cualquier otro ciudadano de a pie.
De una forma muy inteligente, se usa el “viaje” del protagonista a través del submundo que no conocía para que el espectador se identifique plenamente con J, sobretodo al descubrir los habitantes e historias tan extrañas que viven junto a él y de los que nunca se había dado cuenta. Y tampoco falta la figura del “maestro”, que en este caso recae sobre el actor Tommy Lee Jones y que interpreta al experimentado agente K, uno de los miembros más antiguos de los Hombres de Negro y para el que no hay secretos en el mundo. Gracias a K, el recién ingresado J madura ante nuestros ojos mientras descubre que taxistas, vendedores ambulantes, y currantes en general podrían ser inmigrantes de sitios aún más lejanos de lo que jamás podría haber llegado a imaginar.
La película tuvo tanto éxito en su año de estreno en 1997 (año de Titanic y El Mundo Perdido), que dio lugar a una serie animada para la televisión y una secuela cinco años después, aparte de que triplicó las ventas de gafas de sol RayBan… Además, ganó un Oscar de la Academia por los Mejores Efectos de Maquillaje que recibió el maestro Rick Baker, diseñador y creador de los alienígenas de la película.
Le segunda parte en cuestión reunió de nuevo al equipo original, incluido el reparto, sacándose de la manga la vuelta de Tommy Lee Jones aunque en la anterior película se le retiraba borrándola la memoria. Pero lo que en un principio parecía que iba a ser una digna continuación del original, acabó siendo una decepción por ser un mero refrito hiperhormonado del guión original de la primera parte. Frank el carlino volvía con más tiempo de pantalla, los gusanos cafeinómanos también, e incluso Jibbs de múltiples cabezas tenía un papel más largo; elementos que en cierta medida y sumado la carisma de Will Smith hicieron que esta secuela recaudara una más que decente cantidad en taquilla, aunque los espectadores salieran de las salas un poco desilusionados.
Aún así, el público sigue pidiendo más aventuras de los agentes J y K, así como más bizarros y divertidos alienígenas, por lo que el productor Walter F. Parkes ha comentado hace unos meses que la tercera parte está en estudio y que el proyecto podría ser una realidad. Eso sí, parece ser que el director de las anteriores, Sonnenfeld, no trabajó muy a gusto en la segunda parte, por lo que puede ser sustituido por un nuevo nombre, y según lo que se oye por ahí, puede que responda al apellido de Bay…
Anatomía del invasor
Las películas de MiB tienen tantas razas de alienígenas, que si las fuera enumerando una por una, no terminaríais de leer el post en un par de días. Las cosmopolitas calles de la Gran Manzana están repletas de inmigrantes alienígenas que llevan una vida tranquila, aunque hay otros que también tienen sus trapicheos y vienen sin permiso alguno, por lo que la Tierra está repleta de seres de otros planetas. Pero eso no significa que no haya algunos extraterrestres más importantes que otros, por lo que os presentaré a los más representativos.
El primer alienígena que aparece en la película es Mikey, y aunque es uno de los que menor tiempo de aparición tiene, también es uno de los más carismáticos. Tanto, que incluso aparecía en el videoclip de la canción de la película bailando junto con Will Smith. En principio se trata de un criminal fugado de su mundo natal y buscado por toda la galaxia por varios asesinatos que cometió, así que se esconde en un disfraz de mejicano para poder pasar ilegalmente la frontera de los EE.UU. Lo que no se espera es que los MiB están vigilando también el paso al país, por lo que Mikey no consigue salirse con la suya.
Mikey es un alien anfibio de muy malas pulgas, de morfología bípeda y con dos pares de aletas vestigiales en su espalda. Sus extremidades son largas, con una musculatura muchísimo más desarrollada en la parte del antebrazo, y con unas piernas con el tobillo en alto acabadas en tres dedos a modo de pezuña. Sus ojos se sostienen en un tubo muscular flexible que le permite girar cualquiera de sus globos oculares en la dirección que quiera, lo que le viene muy bien para mirar si tiene alguien a sus espaldas. A simple vista, su boca es una especie de probóscide o trompa, aunque cuando se pone de mal humor (cosa bastante habitual y fácil de conseguir), retrae toda la piel de la trompa enseñando su dentadura repleta de dientes afilados, de forma que parece mucho más amenazador. Cuando esto ocurro, sus ojos también se pegan hacia el cráneo, y sus aletas se mueven rápidamente como si fueran pequeñas hélices.
Si se habla de extraterrestres terroristas en el mundo de los MiB, el más temido de todos es el “bicho”. K lo describe muy bien cuando recoge su rastro espectográfico del suelo de una granja a las afueras de la ciudad: una cucaracha enorme, que se pirra con el agua con azúcar y que posee un gigantesco síndrome de inferioridad. Pero hay algo más que caracteriza a estos alienígenas insectoides, y es su pasión por la guerra, ya que para ellos es el equivalente a comida. Su familia se cuenta por millones, y nada mejor que una miríada de soldados invasores en su planeta natal para celebrar un apetitoso almuerzo. Por ello, un “bicho” llega a Nueva York, y disfrazado como el granjero paleto Edgar, busca desesperadamente un valioso objeto para su raza enemiga, los arquilianos, para que así le declaren la guerra.
La primera vez que los agentes ven a Edgar, no es más que un hombre sucio y con peto al que se le resbala un poco la piel, pero al final revelará su auténtico ser. Los “bichos” son una especie que reúne muchas características insectoides, por lo que se les suele comprara con las cucarachas, ya que además comparten su desagradable color marrón y su tacto cuasi viscoso. Edgar cuenta con seis extremidades, cuatro motoras más largas con las que se levanta del suelo y otras dos que salen del pecho y que funcionan como brazos para manipular objetos o comida. El tronco el alien cuenta también con un abdomen a modo de insectos como la hormiga, aunque cubierto de “escamas” que lo hacen más parecido a una escolopendra y un aguijón en el extremo parecido al de un abejorro. La cabeza es lo más particular, ya que posee dos ojos dorados, que aunque están formados por miles de celdillas, tienen pupilas alargadas a modo de reptil, además de una boca ancha llena de dientes más parecidos a los de un tiburón, que ayudan a introducir la comida en la boca sumado a dos mandíbulas laterales más propias de los insectos.
Pero no todos los extraterrestres que vienen a nuestro planeta tienen malas intenciones, de hecho, la mayoría intenta ganarse la vida aquí como pueden, incluyendo puestecitos de lotería en la calle. Este es el caso de Frank, un alienígena (que nunca se ha desenmascarado) que se camufla en la ciudad, no como un humano, si no como un perro, en particular un carlino. Frank lleva su negocio en Nueva York, pero también es un experto en política intergaláctica, por lo que los MiB acuden a él en varias ocasiones para intentar atar cabos en los casos más extraños. De hecho, su inestimable ayuda se hace tan importante, que acaba ingresando en la agencia y llevando su propio traje de negro, acompañando a J como su nuevo compañero.
El final de la amenaza
La mayoría de los alienígenas a los que los MiB dan caza acaban siendo un puñado de mocos en el suelo. Y es que las armas que llevan los Hombres de Negro no son cosa de risa, ni aunque hablemos de la minúscula pero letal pistola “grillo ruidoso”…
Pero eso ocurre a unos pocos, ya que la mayoría de los visitantes que vienen a la Tierra no se meten en muchos problemas, por lo que acaban habiendo miles (o millones) en todo el planeta. ¿Cómo se puede luchar contra eso? No se puede, aunque los MiB no descansan supervisando cada uno de los extraterrestres para que no se pasen de la raya. Quizás hasta un día se descubran a la sociedad estos extraños vecinos y acabemos acostumbrándonos a que nos rodeen.
2 comentarios:
Toooooma!!! Sólo puedo hacerte una reverencia por los tres documentos que has realizado. Bravo. Y el tema no puede ser más apasionante.
Eso sí, la próxima toca hombrecillos grises (o verdes, según se miren).
Un abrazo
ivan las invasiones, maldita sea. Que sería de nosotros sin platillos volantes.
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